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A veces ayudar no es auxiliar, es callar

Hace unos meses un buen amigo me regaló una metáfora que me ha dado mucho en que pensar y que finalmente encontré las letras para compartirla.


Me decía, un carro orillado en el camino se asume como una señal inequívoca de que algo está mal. Si el capó (como decimos en Venezuela) o la cubierta del motor está levantada, casi asumimos que se trata de una llamada de ayuda. Adicionalmente muchos se sienten llamados y con derecho a intervenir, aún sin una solicitud directa por parte del conductor. Sin embargo, no necesariamente se trata de una emergencia. A veces solo se está mirando el motor, a veces ya se sabe lo que ocurre. Las posibilidades son infinitas. Mi favorita esta en este video que me encanta (aparentemente realizado en Rusia). Definitivamente la realidad puede ser completamente diferente a lo que el otro imagina.


El que quiere ayudar


Hay quienes al ver el vehículo accidentado se detienen y discretamente preguntan: ¿qué ocurre? ¿Necesita algo?. Quiero agregar que tuve la suerte de recibir esto la única vez que efectivamente me quedé accidentada manejando, y se siente bien, se siente al mismo tiempo apoyo y respeto, y claro ayuda para salir del atolladero.


Hay quienes sin reparo se asoman y dicen con certeza, “la causa es esta, solo hay que mover aquí y allá”. Es casi rescatar a la damisela en apuros. Si bien es cierto que muchas veces quien lo hace tiene la mejor de las intenciones y también mucho conocimiento en el área, puede ser, que quien necesita ayuda se sienta un poco atropellado.


Y entre las variedades estan(mos) los que llegan(mos) con disposición a mover ese carro como sea, los cables de batería en una mano, sin saber que ocurre, el compromiso es inmediato y hay que solucionarlo. La intención es noble, pero a veces no es lo que se requiere. Y muchas veces puede ser sencillamente abrumador.


Durante muchos años ande la vida con un par de cables para auxiliar en la cartera, (bueno el morral porque los que me conocen saben que no uso cartera). A la menor muestra de necesidad me siento llamada a ayudar, y reconozco que a veces ha sido un poco invasiva. Esto genera un problema para ambas partes, por un lado hay un desgaste que puede llevar a quemar la propia batería. Y por otro lado a veces se está dando apoyo innecesario, no solicitado que lejos de ayudar puede hasta importunar. Y lo peor de todo, es que puede ser como en el video (si no lo ha visto aquí está otra vez), solo se trataba de compartir.


Sin embargo el protagonista es el que se hizo a un lado del camino


El que se hizo al lado del camino, como diría Fito Paez, está tomando un descanso, algo pasa ciertamente, pero eso no necesariamente incluye pedir a otros, a veces solo se quiere dar y no se logra porque no hay espacio para expresar. Se trata de un acto personal, que a veces es difícil de respetar o interpretar.


Tomar distancia, ver que ocurre y preguntar si se espera ayuda, opinión o comentarios no solo es respetuoso sino saludable y enriquecedor para ambos. Para poder recibir ayuda, es importante verbalizar lo que se espera, es parte del proceso, y si el otro interviene sin mediar palabra es difícil distinguir internamente la propia necesidad.


Ciertamente todo tiene matices, si el auto está en llamas pues hay que actuar, si la persona corre peligro hay que ayudar. Pero si está tranquilamente mirando el motor, si no hay emergencia visible, como decía mi maestra de preescolar, "hay que tocar la puerta antes de entrar".


En uno de los días más tristes de mi vida, una gran amiga me llamó y solo dijo: “quisiera estar cerca para solo caminar contigo en silencio, solemne sin decir nada solo estar allí hasta que quieras dejar de caminar”. Ha sido uno de los gestos de amor y compresión más profundos que he experimentado. Ese día, yo, que realmente hablo hasta dormida, solo necesitaba silencio.


A mi me gusta hablar, y se me da con facilidad, lo puede decir mi amigo con quien mantuve una “conversación” de más de dos horas en el terrible tráfico caraqueño mientras él manejaba a la clínica con una inflamación total de amígdalas. Y me las arreglé para usar hasta los frenazos como parte del intercambio, puedo jurar que no fue un monólogo ególatra, fue una "conversación" entretenida. Sin embargo, lo que más me gusta es escuchar, con atención, en silencio solemne, y con los años he dejado los cables auxiliares en su bolso para emergencias, aunque honestamente a veces después de escuchar con atención, me sale asomarme sin reparo al motor y empezar a opinar.


Ayudar y comunicar son temas que considero centrales en la vida, mi aproximación a otros y mi definición de relaciones humanas. Con el paso de los años he aprendido que hay momentos en los cuales hay que dejar un espacio de silencio, momentos en los que la mejor ayuda que se puede recibir es la distancia, que lejos de implicar indiferencia o negligencia, quiere decir respeto, el silencio a veces es también un gesto de amor.
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