No se si hay un buen término en español para definir burnout pero creo que el uso de la palabra en inglés es aceptado en casi todas las lenguas, al menos las que yo conozco.
¿Qué es burnout?
Recientemente leí la definición de Emily y Amelia Nagoski y me gusta. Su propuesta arranca tomando como base los tres criterios previamente definidos por Herbert Freudenberger:
Agotamiento emocional derivado de estar pendiente de algo con mucha intensidad y por mucho tiempo.
Despersonalización, falta de empatía, esa sensación de que ya nada importa.
Disminución del sentimiento de logro, no importa lo que se haga, nada parece hacer la diferencia.
Ellas aclaran que el burnout no está restringido al espacio laboral y adicionalmente encuentran interesantes diferencias según género. Mientras para la mayoría de las mujeres suele estar relacionado con agotamiento emocional, para la mayoría de los hombres, se suelen asociar más con despersonalización.
Lo que me parece más interesante de su propuesta es:
Nuestro estrés hoy en dia es mucho más largo en duración aunque menos intenso que en el pasado. Si bien es cierto que ya no estamos en riesgo de que un león nos ataque, nuestras causas de estrés (deudas, hijos, conflictos de pareja, trabajo, crisis financiera, etc. ) suelen durar por mucho más tiempo, aunque suelen ser menos intensa que un león al acecho.
La vinculación con el fortalecimiento emocional como estrategia para prevenir y salir del burnout es clave.
Usualmente, al menos en mi experiencia personal, al estar bajo estrés o burnout se asocia la culpabilización de no haber manejado la situación correctamente, y el único consejo es relajarse. Una vez llegado a ese punto, al menos para mí, relajarse no es un consejo fácil de seguir.
Un poco sobre mi experiencia
Yo debí haber hecho burnout hace mucho, pero soy de las personas que tiene mucha energía, esas que llaman multitasking. Yo recuerdo a mis 20’s y 30’s trabajando en proyectos, oficinas o en trabajos de campo, cuando ya el resto del equipo estaban agotados yo estaba lista para tres rondas más, tranquilamente seguía inventando más actividades.
Usualmente mantenía un trabajo de oficina a tiempo completo, tenía un par de consultorías externas, y desde los 16 hasta los 37 siempre estuve o estudiando algo o haciendo una tesis de algo. Suena super, pero con el tiempo aprendí que no lo es.
No fueron pocas las veces que en espacios diferentes alguien se me acercó para preguntarme qué tipo de anfetaminas tomaba. Y la incredulidad era mayor cuando les decía que no me ayudaba con nada más allá de alguna fuerza interior, "adrenalina creo" era mi única respuesta. Para mi la pregunta carecía de sentido, pensaba que tener toda esa energía era lo “normal”. Una posible explicación audaz que también me preguntaron era si tenía algún tipo de pacto temporal que me permitiera viajar en el tiempo. Otra explicación que me encantaba era que carecía de responsabilidades, cuando tuviera hijos todo cambiaría, sin embargo no pasó, ni teniendo uno, ni teniendo el segundo. El truco era muy facil, domía poco, casi sin pausas entre una actividad y otra, y honestamente vivir a ese ritmo del correcaminos era muy placentero para mí, aunque otros, con solo verme se cansaban.
Para dibujar con más claridad la situación, un día cualquiera yo estaba en mi oficina, y durante la hora del almuerzo comía y cruzaba la ciudad (en transporte público) para tener una reunión de status de una consultoría (presentando resultados que había trabajado) y regresaba a tiempo para continuar mi jornada. Adicionalmente me encantan las fiestas y la vida social, así que también iba con frecuencia a eventos sociales en los que estaba hasta muy tarde, y de nuevo la imaginación popular indicaba que había estado bebiendo hasta agotar mi hígado, y la realidad era que pocas veces pasaba de un par de cervezas.
Yo suelo decir que tengo un pequeño volkswagen escarabajo (aludiendo a que soy pequeña de estatura y solo mido metro y medio) pero tengo el motor de un camión de carga. El problema con tanta energía, es que ciertamente se puede hacer mucho, pero también se puede quemar la maquinaria (burnout).
Y me queme
No se si tiene que ver con la edad, o que definitivamente sobregire el motor, y llegados los 40 mi cuerpo comenzó a dar alarmas más fuertemente, indicando que tenía que bajar el ritmo. Yo había resuelto el manejo de las alarmas al mejor estilo de Homero Simpson cuando ve las luces en el carro: le ponía algo que las tapara. Durante años vi a la gente a mi alrededor exhausta, y sin juzgar asumí (inocente y erradamente) que yo era diferente.
Y había tenido un par de anuncios importantes de cómo se manifestaba el estrés en mi cuerpo, a los 16 y a los 32 tuve fuertes episodios de vértigo benigno. El primero desapareció solo, el segundo necesitó una mejor dieta y ejercicios. Pero a los 40 no fue tan sencillo. Era momento de bajar el ritmo en serio, pero como lo demoré lo más que pude, pensando que desaparecería solo otra vez; esta vez la duración y la intensidad han sido mucho mayores, pero adicionalmente se hizo necesario un cambio sustancial en mi cotidianidad.
Si bien tengo lo que llamo el motor de camión de carga, ahora respeto mi escarabajo, quité las etiquetas que tapaban las alertas y al contrario tengo mejores sistemas con muchos más indicadores, me tomo muchos más descansos, sobre todo cuando creo que no los necesito, mantengo un límite en las actividades de hago, y sobre todo tengo una red de apoyo solida y nutridora.
Hace años alguien me dijo que el cerebro humano podía manejar 5 +/- 2 actividades simultáneamente, es decir entre 3 y 7 cosas al mismo tiempo es “normal”. Demás está decir que yo viví por muchos años en 7 y muchas veces pisé el acelerador hasta las 9 y 10. Hoy en día 3 es mi máximo. Trato de vivir entre 1 y 2. Hace 20 años lo habría visto como un desperdicio de energía, hoy valoro que teniendo todo ese potencial, cuando lo dedico a una sola cosa que da mucho para solo disfrutarlo y apreciarlo.
Burnout y emociones
La educación emocional es un tema que me ha fascinado desde mis años de maestra de escuela. Le he invertido mucho a nivel personal y aún más como mamá y ahora como homeschooler. Y por eso me encanta la propuesta de Emily y Amelia Nagoski. El burnout no se soluciona relajándose, se interviene emocionalmente, haciéndose cargo de las emociones. Ellas lo llaman completar el ciclo, dejar claro que el peligro o amenaza no está más.
Es clave diferenciar los stressors o causas de estrés (dudas, trabajo, tesis, hijos, pareja, etc) del estrés como tal que es la respuesta fisiológica en el cuerpo (vértigo, debilidad, tristeza, falta de concentración, etc).
El estrés como tal no es dañino, a veces simplemente no podemos evitar el estrés, pero quedarse estancados en el ciclo de estrés es lo que debemos evitar.
Ellas sugieren entre otras técnicas para completar el ciclo de estrés:
Tener una red de espacio seguro, gente en quien confiar y nos ayuden a ver la situación es perspectiva, sin emitir juicios de valor.
Mover el cuerpo, correr, caminar, tensar el cuerpo y relajarlo, bailar.
Respiración consciente, mindfulness, meditación.
Abrazos, que duren más de 20 segundos. Está demostrado que puede cambiar la dinámica de nuestros neurotransmisores, hormonas, y ritmo cardíaco.
Reir, ver videos graciosos, hacer algo que nos haga reír. Pero no risa fingida social, risa casi que nos riducliza, sin pose, esa que no se puede controlar más.
Llorar, un buen llanto, no va a solucuonar el problema pero permite la expresion y reconocer lo que ocurre.
Actividades creativas o artísticas, que buscan la expresion de la energia interna.
Al final el cuerpo que nos dio las alertas, nos dará señales de que se siente mejor.
No se trata de controlar las fuentes de estrés, no va a cambiar el entorno, pero si nuestra percepción al respecto. Se trata de cuidar y abrir espacios para drenar y minimizar las respuestas corporales que nos causan el estrés.
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