Creatividad

La capacidad de crear es una de las habilidades que más disfruto. Desde proyectos a viajes, clases para mis hijos o un producto para la empresa en la que trabajo, una alternativa cuando no hay nada que hacer un sábado, hasta escribir para este blog en la madrugada.

Para mí, el pensamiento divergente es simplemente la manera en la que me gusta vivir. La energía naranja, es la energía de la creación, de la sexualidad y de la expresión de las emociones. El anaranjado es el color que me acompañó al final del verano con toda su alegría y fuerza.

Crear y criar

La feminidad puede dar espacio a la creación, y yo la he experimentado como la más enriquecedora aventura. La experiencia de criar y sentir un hijo dentro del cuerpo, ha sido absolutamente la más intensa que he vivido. Y digo puede, porque creo que ser mujer y ser madre no son sinónimos. Hay montones de mujeres que crean a diario sin ser madres. Tambien hay madres que no se definen como mujeres.

Pero en mi caso, mis hijos han sido las experiencias de creación más increíbles. Y no acabó cuando nacieron. La creatividad asociada a la maternidad se renueva cada día, se reta y cuestiona muchas veces. Se hace presente de maneras inesperadas y emocionantes, casi indefinidamente.

Crear y recrear

Creo en que la creatividad va más allá de los proyectos que podemos impulsar, y los hijos que podemos parir y criar; que, sin duda, son fuente de satisfacción y energía. Para mí, la mayor creación, es recrearme como persona.

Yo siento que cada día tengo la posibilidad de reinventarme y plantear nuevas posibilidades, siendo una versión nueva de mí misma. La creatividad no se agota en cosas o sueños que se materializan. Se lleva en cada paso y en el aliento a crearnos en base a la mejor versión que podemos soñar de nosotras mismas.

Una re-creación inesperada

Vestida de naranja una amiga Danesa me llamó Pippi. Entusiasmada por sus comentarios leí los cuentos de esta increíble huérfana creativa, cazadora de cosas. Pippi calzas largas, con sus cabellos color zanahoria, me recordó cuánto disfruto deambular con mi niña interior expuesta, que nunca dejo escondida honestamente. Pero que con el cabello trenzado de lado, la ví retratada tras el lente de mi cámara adulta.