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El gran corazón de una migrante

Hoy tuve la maravillosa oportunidad de ir a una fiesta de venezolanos.  Hace una semana celebramos cuatro años de migrantes, una migración que no ha dejado de llenarme de sorpresas, angustias y aprendizajes todo junto y revuelto. Una absoluta montaña rusa emocional, con altos, bajos, lentos, vomitadas, vértigo, risa y llanto; no ha faltado nada.

Hoy entendí algo más de ser migrante, la comida, las risas, las bebidas y hasta la música en vivo me hicieron sentir, como dijo el cantante en sus versos, dentro de “la tierra en mi tierra” que está en mi pecho, una Venezuela que no muere, que no es corrupta, que no se devalúa por el precio del petróleo. La Venezuela que le enseño a mis hijos cuando les corrijo su español agringado, un Ávila imponente siempre presente que me aprieta el pecho. Hoy en esa fiesta maravillosa me di cuenta de lo valioso que es tener y pertenecer a una comunidad, reflexione entre tequeños, sobre los beneficios y costos de la migración, pero también descubrí que tiene unos espacios que estoy aprendiendo a transitar y disfrutar. Conocí gente que tenía más de 30 años aquí, para ellos muchos mis descubrimientos no son novedad, pero para mi son un gran paso en este andar, lo mas hermoso es que así lo respetan, cada experiencia y cada migrante es una historia valiosa y hermosa.

Hasta ahora me he mantenido un poco ajena a los grupos patrioteros buscando integrarme, aquello de "no hay que hacer guetto", hoy entendí aquello de “lo cortés no quita lo valiente”, se puede estar en una fiesta bailando zapateao' con Arpa, Cuatro y Maraca en vivo, combinando la alegria de lo propio y emoción de lo nuevo. Así de inmenso como amo a mis dos hijos y no puedo decir cuál es mi preferido, así hoy entendí que amo a dos patrias, y no puedo ni tengo porque decir cuál es mi preferida.

No tengo que seguir excusándome por el mundialmente conocido desastre que embarga mi país, son terribles circunstancias que no cambian que es una patria grande donde estudie crecí y me forme. Tampoco tengo que jurar amor eterno e incondicional al hogar maravilloso que me ha dado acogida en el Polo Norte. Como diaria mi bien amado tío Francisco, todas dos son mejores.

Y así ha sido mi vida, no se decir si soy una Maestra que le gusta la Sociología o una Socióloga que le gusta dar clases, si soy una Feminista que le gusta la Estadística o una numerologa con preferencias por los estudios de género, soy una Venezolana con costumbres de costa que vive en uno d ellos inviernos más largos y fríos del mundo, una caribeña con el corazón entre el norte y el sur, una enamorada de Argentina antes de conocer al Argentino de mi vida, quien es más Venezolano que yo. Por eso ante la pregunta sobre cuál es mi hijo favorito, solo puedo responder: no saben lo grande que es el corazón de una madre y hoy entiendo lo grande que es el corazón de un migrante.

Toda mi vida viví rodeada de inmigrantes, yo era la "pure lane" como le dicen en Quebec a los que por generaciones no han sido parte de un mestizaje reciente, porque todo habitante de America es por definición meztizo, pero en fin, soy una Venezolana de al menos 5 generaciones, viví siempre rodeada de hijos y nietos de extranjeros, y siempre escuche decir que habían nacido allá pero su corazón estaba aquí. Hoy finalmente los entendí.


Hoy estando aquí estuve allá, y comiendo mis sabores de allá estoy aquí, hoy celebro con mis sabores como se me explota gran corazón de migrante.


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