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Gustavo: Gracias Totales

Yo descubrí Soda Stereo después que se disolvieron. El fin de semana del (primer) último concierto en Caracas trabajé todas las noches cambiando turnos en Mcdonalds con todos mis amigos que querían ir. Pero Gustavo me enseñó que no existe amor a destiempo.


Y después de tener el lujo de disfrutar de un concierto para aproximadamente 200 personas viendo a Cerati a menos de 10 metros no hubo vuelta atrás. Cuando escuché por primera vez su frase “saber decir adiós es crecer” la hice mía de inmediato. Como su verso inigualable, esa corta línea está cargada de mucha sabiduría y vida.


Pero en este cierre e inicio de un nuevo capítulo, al decir “adiós para crecer”, es otra la letra que me acompaña. Esta semana decidí renunciar a mi empleo actual y tomar un nuevo reto, y definitivamente se me viene el mareo. Y aunque no son letras de Gustavo, su voz única la hace una pieza de arte para mí.


Son fotos veladas de un tiempo mejor


Quizá es poético sólo para los que tuvimos que revelar fotos. Pero se trata de esa alegría con nostalgia, esa saudade que se siente al ver una foto del pasado, borrosa, pero que deja muy claro en la falta de nitidez y detalle, que se trata de algo que ya no existe. Es una sonrisa ligera y sentida, pasajera y profunda al mismo tiempo.


Dejar un trabajo para mi es como dejar una relación. Y se puede ser profundamente melodramático en ambos casos. Pero cuando se ven las cosas con perspectiva, es posible observar o que ya no es lo que fue, y es momento de seguir; o que simplemente crecer está en otro espacio y soy yo quien no es quien era.


Cuando se trata de una buena experiencia es más difícil, porque es tentador quedarse apegado al deseo de que siga todo igual, y el dolor de atravesar por el duelo y el despecho no es agradable, y en muchos casos no es fácil de experimentar.


Aceptar que a veces son etapas que dan paso a otras, que no hay nada de malo en empezar algo nuevo, puede ser confuso y hasta aterrador. Pero pasado el despecho, no hay en mi opinión, nada más maravilloso que honrar un viejo amor, ver una vieja fotografía borrosa y confusa, recordar un buen proyecto o viaje con el equipo de trabajo. Y seguir.


Ya no me da pena dejarte un adiós


Decir adiós, cerrar un capítulo puede ser difícil, costoso y confuso. Desde hace un par de años empecé a escribir sobre mi pasado y recobrar los recuerdos. Limpiarlos del polvo de los malentendidos y quedarme con lo valioso y sobre todo reconocer lo mucho que me han ayudado a crecer. Eso hice el fin de semana antes de renunciar. Hice un largo recorrido escrito, porque a mi también “hablar es lo que se me da mejor”. Y después de verlo todo junto, y darme el permiso para sentir, se hizo más claro que quería “salir a caminar”.


Ese ritual privado, honrando mi tiempo de trabajo con mi equipo actual, me llenó de alegrías y de seguridad para dar el siguiente paso. Los cambios dan susto y se siente el mareo. Pero como en la vida real yo tengo vértigo posicional, sé que lo mejor para curar esa inestabilidad que puede agobiar, es caminar y confiar.




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