Las mujeres que más amo: y IV Buenos Aires

Buenos Aires fue la primera ciudad que declaradamente y conscientemente amé. Después de asumirme abiertamente enamorada, fue que me di cuenta cuánto quería a Caracas. Mi amor por Buenos Aires comenzó antes de verla cara a cara. Su música me conquistó desde fuera, sus pasiones tan vivamente vociferadas. Sabía que era maravillosa, sin verla.

Me tomó minutos confírmalo cuando comencé a caminar por Corrientes. Que belleza. La comida, los libros, el arte, la arquitectura, el cine, lo bohemio, Quino, el Tango. Buenos Aires lo es todo para mí. La veo delgada y glotona, activa caminando a diario, apasionada, hablando en voz alta, feminista hasta los tuétanos sin dudar en decirlo ni avergonzada de sus puntos de vista. Camina a paso firme en zapatos cómodos, sin maquillaje muestra su belleza y el paso del tiempo, trae una bolsa de mercado como cartera donde siempre lleva un libro, una caja de cigarros y una libreta para tomar notas. Su conversación es deliciosa, sabe lo que dice y por eso le dicen ególatra, pero la verdad en la intimidad es muy humilde, sabe de sus errores, pero no los reconoce con facilidad. Le cuesta pedir disculpas, pero no por orgullo, sino porque sabe que una vez que el daño está hecho, una palabra no lo repara. Tiene heridas heredadas de las guerras, no las vivió, pero le contaron las historias tantas veces que a ratos parece que fueran suyas.

Buenos Aires combina calles silenciosas durante un partido de fútbol, con tumultos improvisados cantando al mismo ritmo, el triunfo de sus oncenas futboleras. Buenos Aires es fútbol sin lugar a dudas y a tiempo completo sin descansos. Fútbol desgarrado, donde se deja el aliento escuchando la narración dramática de lo que ocurre en la cancha, o siguiendo el aliento de la barra alentando al equipo en el campo.

Buenos Aires es discusiones de política, arte, poética, ficción e historia en cualquier momento, con una copa de vino, una cerveza fría o un helado. Siempre hay espacio para hablar, compartir, el que llega es bienvenido en la conversación, y escucha, sobre todo escucha.

Un espacio que no duerme, se encuentra que hacer, donde comer y encontrarse con otros a cualquier hora. Recuerdo con impresión ver librerías abiertas pasada la media noche e invitaciones a comenzar la salida ya empezada la madrugada.

Soy declarada y abiertamente amante del cine argentino, de Darín, Alterio y Cecilia Roth, del Tango y la Milonga, de Cortázar, Borges y Sabato, de Charly, Fito, Calamaro, Cerati y Soda Stereo entre muchos otros que no terminaría nunca de enumerar aquí. Como maestra me fascine por las aplicaciones del constructivismo en la escuela libre argentina, duramente criticada con el tiempo y a mi modo de ver increíblemente injustamente evaluada.

Hace mucho que no nos vemos a la cara, pero sé que es menos diversa que mi alma, y aunque es una ciudad al borde del agua, como todas las que amo, sus aguas son realmente frías e inhóspitas para esta caribeña que vive en el polo norte.

Yo sé de su pasado violento y populista, de sus mareas económicas y políticas, de sus conflictos y alianzas difíciles de justificar por mis valores humanistas, igualitarios y pacifistas, pero, como buen amor, la acepto con sus altos y bajos, sus mejores y no tan buenos, y es para mí una ciudad que alguna vez espero descubrir y vivir con profunda intimidad.

Tengo más de 13 años que no estoy cerca de ella, y sé que ha cambiado, pero siempre hemos tenido un amor a la distancia y eso no representa para mí ningún problema. Siento que allí encontraré hogar si decido ir por corto o largo tiempo y sé que ella poco le importa mi poliamor con otras.

Foto hace muchos años y más kilos, el mismo día de nuestro primer encuentro