Esa en la foto soy yo, en mi primera bicicleta, la primera vez que la manejé, la semana pasada, a mis 45 años.
Nunca es tarde
Yo nunca tuve bicicleta cuando era niña. Nunca aprendí con una prestada. Los chistes sobre cosas que siempre se recuerdan al ser como “montar bicicleta que nunca se olvida” nunca me hicieron gracia, porque no tenían ningún asidero en mi memoria.
Usualmente cuando había actividades de integración en grupos y preguntaban sobre algo muy común que no se había hecho, yo solía ganar las caras de asombro, al confesar que era la única en la sala que nunca había manejado bicicleta. Se trata de una actividad bastante común, casi que podría decirse, en todas partes del mundo. Cuando mis hijos supieron que era mi primera vez no podían creerlo. Y para todos en casa se trataba de un evento especial.
Con frecuencia escucho de padres que reconocen (o son evaluados por otros) tratando de vivir en sus hijos lo que ellos no vivieron. Para mi ha sido todo lo contrario. La maternidad me ha invitado a hacer un chequeo minucioso de cosas que por alguna u otra razón pasaron por alto, y ahora tengo una nueva oportunidad de hacerlas. Yo no quiero que ellos hagan lo que yo no hice, al contrario quiero que ellos hagan lo que quieran acorde a la edad que tienen y yo hacer lo que quiero y me lo perdí y quería, o quiero ahora. Y es divertido tenerlos cerca, recordandome con toda su expresión honesta y espontánea, cómo se experimenta cuando se es niño.
Y así, en un pedalear, la voz en mi cabeza que decía, “que horror, estas como vieja para aprender a montar bicicleta”, salió volando y solo hubo espacio para sentir la infinita libertad y el viento en la cara, y la indescriptible emoción que tantos, incluyendo mis hijos, me habían contado durante años.
Nunca es imposible
Un detalle importante, es que yo tengo vértigo posicional. Es una condición benigna de causa desconocida que no tiene tratamiento. Aparece y desaparece sin que yo o ningún tratamiento médico pueda tener control. Hasta ahora he tenido tres episodios importantes, cada uno más largo que el anterior. El más reciente comenzó a los pocos meses de cumplir 40 y finalmente parece que está en franca retirada. Es decir después de 5 años finalmente puedo volver a hacer yoga, trotar, bailar, trabajar de pie con el escritorio en posición alta y hasta tomar una copa de vino. Todas esas cosas sencillas causan episodios rotatorios y tuve que dejar de hacerlas. Uno se siente mareado con el mundo dando vueltas, como después de haber bebido mucho, pero mucho alcohol, solo que no hubo fiesta ni recuerdos divertidos, pero si está el mismo dolor de cabeza que puede durar días.
Entonces soy lo que se llama una persona con problemas de balance. No puedo ver películas con muchas luces, ni estar en salas con luces estroboscópicas, o atracciones que causan mareo, y tampoco puedo mantener en equilibrio una bicicleta. Así que de nuevo le puse el silenciador a la voz que decía “no podrás manejar bicicleta nunca teniendo vértigo” y me dispuse a buscar alternativas.
Seguro que en un planeta con más de 7 mil millones de personas, no soy la única con problemas de balance y ganas de manejar bicicleta. Así que entre varias opciones decidí comprar esas ruedas que se ven al fondo. Son unas grandes ruedas estabilizadoras para gente como yo. Es decir como ruedas de entrenamiento de niñitos, pero lo suficientemente grandes y robustas como para mantener un adulto en equilibrio. Y no faltó quien me dijera que me veria ridicula manejando un triciclo a estas alturas. Y yo respondo con la gracia con la que mis hijos aplaudieron mi “cuatriclo”, porque ciertamente tiene cuatro y no tres ruedas. Y es lo máximo, cuando me bajo no se cae, y yo tampoco me caigo.
No hay meta imposible, a veces se tarda, a veces las soluciones no se parecen a como lo hacen los otros. Pero hasta ahora ningún sueño se me ha escapado, o los he logrado y celebrado con la emoción de mi primera manejada sola, o siguen agarrando forma y colores en mi infatigable imaginación.
En serio, nunca es tarde y nunca es imposible, quizá sea difícil, los sueños no suelen ser gratis y toca trabajarlos, pero lograrlos lo vale todo.
![](https://static.wixstatic.com/media/b61d7a_97b77471007f4df781c784455b69b003~mv2.png/v1/fill/w_980,h_1220,al_c,q_90,usm_0.66_1.00_0.01,enc_avif,quality_auto/b61d7a_97b77471007f4df781c784455b69b003~mv2.png)
¡Es tan gratificante leerte y sentir de nuevo ese refrescante estilo literario! ¡Fabuloso! ¡Te felicito! Gratificación extra el poder montar bicicleta, superar una dificultad, encontrar una alternativa sin importar el tiempo ni el "qué dirán". ¡Compartirlo con tu familia y ahora con el mundo, a tu manera! ¿Qué más se puede pedir?...