Hace unos años la película Pay it forward o la cadena de favores se hizo famosa, yo no la vi.
El día siguiente que llegue a Montreal, un Amigo de la infancia a quien no había visto en 30 años nos llevó a descubrir nuestro nuevo hogar, la ciudad congelador a 0 grados a la que llegue a finales de Noviembre hace cuatro años. Todo comenzó con wafles y maple, y desde chaquetas hasta guantes, bufandas y gorros, al cabo de pocas horas de re-conocernos, presentarnos nuestras mutuas familias, el, tras mirar mis maneras me dijo sonriendo "llegaste a tu lugar, vas a encajar perfecto aquí". Ese día estuvo lleno de verdades y consejos que atesoro en el lugar de los consejos más sabios, nos llenaron de experiencias, tips y atajos aprendidos por ellos durante 6 años conquistando el norte y deshaciendo la quimera.
En un momento del día, abrumados por las atenciones de estos amigos extraños, les dimos las gracias por vez 500 y la esposa de mi amigo volteo y sin pestañear solo dijo es como la película "pay it forward". Yo sonreí sin entender.
Al poco tiempo vi la película y no puedo negar que me conmovió. A veces estaba en la calle y trataba de ayudar a un extraño, a veces cuando estaba muy desesperada en esos primeros meses en los que todo es incierto y nos sabía si encajaría o tendría que regresar a un país que se descomponía aceleradamente y del que había salido muerta de miedo, esas veces pensaba que debía buscar extraños para hacerles algo bueno y así merecer que algo bueno me pasara.
En ese transitar conocí a mucha gente que me ayudo, fue un hermoso proceso en el que aprendí a ser humilde, a conocer y dejar mis egos y orgullos de lado y a escuchar. Decodifique Montreal, aprendí a oler sus maneras y encontré mi lugar en la sociedad, encontré amigos, ambiente, trabajo y respeto. Definitivamente mucho bueno vino y sigue viniendo a mi vida día a día y así aprendí a agradecer.
Desde hace dos años, desde que tengo trabajo, cada vez que alguien me dice que necesita ayuda o que conoce a alguien que nos sabe como integrarse, le comparto mis secretos, paso horas escribiendo correos, comparto té y café con desconocidos llenándolos con las orientaciones que me ayudaron, algunos las toman otros me ignoran, algunos lo logran y vuelven agradecidos, yo solo les repito “pay it forward”, ahora es tu turno de ayudar a otro.
Así como no creo que mis hijos no me deben absolutamente vida a cambio del amor y cuidados que les doy diario, y creo que ellos pagaran ese amor y cuidados procurándolos a los seres que decidan amar y nutrir, así creo que lo que yo recibí durante los nueve meses que estuve buscando trabajo, sin que se me pidiera o aceptara nada a cambio, lo debo y quiero retribuir a perfectos extraños que necesiten ayuda, esta vez sin esperar nada más a cambio, solo saber que le darán apoyo a otros es más que suficiente. Quiero seguir dándole un mano a gente que me sean tan extraños como era yo el día que le escribí un mail sobre McGill a Eduardo, o el día que le invite un café a Paola, el día que me llamó Vanessa respondiendo una invitación de LinkedIn o cuando Vanessa (otra Vanessa) se volteó en la tienda y sin pestañear me dijo entre abrigos de invierno, “no me des las gracias, ayudaras a otros, es pay it forward, así funciona”, y siguió por el pasillo dudando entre si era mejor una chaqueta corta o una larga para mi primer invierno.
Así me decidí a poner en blanco y negro en un solo sitio todos los consejos que he recibido y me han ayudado, que he seguido dando uno a uno cuando alguien me pide ayuda. Si de ayudar a extraños se trata, creo que esta es la mejor vía, no hay manera de saber de inicio quién, ni porqué razones puede estarme leyendo ahora y puede ayudarle. No es una clave de Montreal, mucho menos los secretos de la migración exitosa, no tengo ni idea de cuál es la mejor vía para lograr las cosas, solo tengo muchas ganas de logarlo, lo sigo logrando, sigo cayendo y levantándome, sigo buscando apoyo y quiero seguir ayudando.
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