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Punto ciego

Aunque no me gusta manejar, lo sé hacer. Manejar un vehículo para mi es una metáfora perfecta de la vida. Se puede ser piloto o copiloto. Se mira hacia adelante y se avanza o se queda estacionado. Se pide ayuda en un accidente o se deja el vehículo dañar por falta de mantenimiento.


Cuando aprendí a manejar me impresionó descubrir cómo el vehículo era una extensión del propio cuerpo. Como la visión se hacía panorámica a la justa medida del parabrisas. Pero fueron los espejos retrovisores los que me parecieron siempre cautivadores. No es uno, sino tres y aun así no son suficientes. Hay que mirar por los retrovisores, pero solo de vez en cuando. Son como recordar y honrar el pasado. Pero como en la vida, el camino se recorre mirando hacia adelante.


Pero aun así hay un punto ciego, que hay que buscar con atención y estar pendiente, porque ningún retrovisor capta lo que ocurre allí.



Libertad en elegir entre la totalidad de opciones


Hay tres habilidades que para mi son muy valiosas al vivir y manejar:


1- Conciencia y percepción del entorno. Yo digo que tengo un tablero de control de la realidad que me permite rápidamente captar factores externos e internos en cada situación, evaluar riesgos, costos y beneficios. Como el tablero del carro que muestra como va todo. Y yo digo en broma que tengo un sistema de monitoreo personal que me permite hacer evaluaciones muy rápidas y bastante acertadas de las situaciones. No como aquel capítulo de los Simpson donde Homero soluciona la luz encendida poniéndole una etiqueta para taparla.




2- Calibrar mi monitor. Así como no es igual manejar en la playa o en la nieve. No se decide y da prioridad a las opciones igual cuando se está en pareja que soltera, cuando se es mamá de uno o de dos. Cuando los hijos son bebés o casi pisando la adolescencia. Ser migrante, empleada, emprendedora, etc; cada faceta llama por una evaluación diferente. Mi habilidad para tomar decisiones poniendo muchos factores en el contrapeso es para algunos abrumador.


3- Sumar las dos anteriores entre muchas opciones. Yo disfruto ver con rapidez lo que Loius Hay llama la totalidad de opciones. Como disfrutar la libertad de manejar para ir a cualquier lado, incluso por vías diferentes. A mucha gente solo le gusta mirar una o dos opciones, tres o cuatro factores y listo, más que eso les resulta insoportable. Para el resto se basan en aquel principio básico de la economía ceteris paribus: asumiendo que todo lo demás se mantiene igual. Yo desde que descubrí ese concepto de la economía me autodeclaré anti ceteris paribus, el resto de las condiciones nunca se van a mantener iguales. Es que yo soy de las que cree que lo único constante es el cambio, como dicen que dijo Heraclitus.


Esto puede ser abrumador y extenuante. Para mí es emocionante y divertido. Jugar con mundos posibles, y ver que pasaría, que otras opciones son posibles. Es como jugar juegos de estrategia cada día. Pero jugar y divertirse, no como esa gente que juega Risk o Monopolio y se molestan cuando pierden.


Mi punto ciego


Pero nada es perfecto y sería aburridísimo si lo fuera. Ante una asomo de burn out hace algunas semanas, y en trabajo con un coach para prevenir estrés laboral (si, irónico) me di cuenta de que el único factor que no calibro bien es mi propia salud.


Fue muy sencillo dejar de ir a fiestas cuando nació mi primer hijo. Podía ir a fiestas todas las noches y estar a primera hora en la oficina. De un momento para el otro, bueno 9 meses después en realidad, mi dinámica había cambiado y estaba feliz de haberlo hecho. Habían otras opciones y las consideré, pero decidí renunciar a mi trabajo y trabajar remoto para estar con él hasta que para los dos fuera momento de separarnos. Y así he cambiado de trabajo de país, viajado y hasta puesto límites a las personas tóxicas.


Yo no tengo problema en dejar de trabajar el día que mis hijos cumplen un año, ni faltar a una reunión porque tienen una obra de teatro escolar. Puedo pasar la noche en vela hablando con una amiga está en el hospital sola. Pero ¿dejar de trabajar después de 10 horas continuas frente al monitor por quinto día consecutivo porque estoy cansada?. Es que no me siento cansada, pero en lo absoluto. Mi problema no es falta de combustible, es no tomar mi propio cansancio como factor importante. Yo misma estoy en ese punto que no se ve a menos que lo busque.


Así, que igual que al manejar, he empezado a mirar con atención a mi punto ciego, aprendiendo a registrar cómo es que el estrés va comenzando a formarse y espero que no llegue a desbordarse otra vez.


Una metáfora final


Para mi es como si tuviera un sistema detector de humo que percibe hasta los cigarrillos de la vecina. Y está calibrado y personalizado en todos los espacios de mi vida, excepto mi propio estrés. Tengo filtros de aire y ventanas abiertas para que circule el aire y extintores en cada habitación para responder con rapidez. Y aunque soy precavida, paso los días en honor a Celia cruz, viviendo la vida como un carnaval. Como me siento segura tomando riesgos, lo que otros llamarían peligro, no me asusta.


Pero cuando es mi cansancio y estrés personal, pues me doy cuenta de que puede que el sótano está en llamas, dos cuartos se están cayendo, pero como la estructura es robusta, yo pues sigo bailando en la sala con la música a todo volumen, hasta que mi cuerpo colapsa y hago burn out.


Finalmente estoy cuidando mi casa del estrés con la misma atención que he cuidado todos los demás espacios de mi vida. Solo me tomó 46 años y estoy super orgullosa de eso.




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