Yo y la cámara
Yo solía ser de esas que siempre tenía la cámara a mano. Tomaba fotos de momentos sencillos del día a día, cosas que en aquella época sin teléfonos inteligentes solo serían parte de los recuerdos borrosos en conversaciones en las que no se sabe si los detalles pasaron o los confundimos o los creamos.
La primera vez que fui a Europa tomé muchísimas fotos, fotos de aquellas necesitaban revelar una película. Tenía esa idea que podía atrapar el momento en una foto, y así no sería efímero.
Una vez me dijo una amiga antes de irme de viaje “toma muchas fotos que es lo único que queda”, y escuchar esa simple frase desde afuera me impactó, y me la cuestioné mucho. Hasta que llegó un día en el que no quería tomar fotos para atrapar el momento, llegó el día de solo vivir el momento.
Mi amor desde el interior de la cámara oscura
La fotografía fue un arte que me costó aceptar. Siempre me gustó, pero es una amante a la que le puse muchas pruebas en mi vida.
Me atrajo siempre la fotografía artística mezclada con periodismo, esa que cuenta historias, la que literalmente presenta una imagen que vale mil palabras,
Comencé a cuestionar el punto ético y real, más allá de si es correcto o no fotografiar heridos de guerra y los beneficios de estos para denunciar lo que ocurre e impulsar el cambio social, me tomó bastante tiempo aceptar mi pasión fotográfica.
Luego era un tema de costos, es un pasatiempo costoso que siempre quedó en la última de mis prioridades. Hasta que un día fue la primera.
Pero mi problema real era más profundo e interno ¿Es real una foto? Y bueno soy una amante del postmodernismo y para mí no es real la realidad, es todo una construcción.
Entonces ¿Es una foto un recuerdo real?
Mientras más me entregué a la cámara, más descubrí sus secretos con luces y balances de blancos, no se ve en el lente lo que se ve con los ojos, por eso es tan valiosa la mirada artística del fotógrafo que capta la belleza o la crudeza del momento. Y eso me hizo cuestionarme aún más, y si, me cuestiono casi todo, es mi manera de amar mi realidad.
Entonces, si la foto no es la realidad, ¿es el recuerdo la realidad?
Para mí la memoria es sesgada, recuerdo lo que quiero y como lo quiero o lo siento recordar. Si nos preguntan a 10 personas nuestros recuerdos del mismo evento, vamos a diferir en muchos detalles, y no le quita validez o veracidad a ninguna versión, no significa que nunca ocurrió así. Pero cada uno lo vive a su manera, y es con esa vida con la que lo guarda en la memoria.
Y qué pasa cuando no hay memoria?
Pues depende, para mí nada, no pasa nada mientras se haya disfrutado intensamente el momento. Hay eventos en mi vida fantásticos o terribles que han pincelado quién soy, y de los cuales no hay fotos, así como otros de los que tengo montones y no son relevantes.
Pero mi pasión por la fotografía es solo superada por mi pasión por viajar, me encanta descubrir lugares, personas, sabores, costumbres, y pues si, me divierte tomar fotos, pero no más para guardar el momento, solo para divertirme, como hay gente que se divierte cantando o pintando.
Y todo este deambular de letras termina en la memoria, porque he viajado todo lo que he podido y planeo seguir haciendo, y la maternidad solo ha sido un incentivo, con frecuencia me preguntan si vale la pena viajar con niños de una edad u otra, porque no se van a recordar. Y le hice esa pregunta a mis hijos y es cierto que muchas cosas no las recuerdan, pero como lo disfrutaron.
Mis recuerdos en un año que termina
Me encanta a final de año hacer mi balance, ver que se logró y que no, lo que me encantó y lo que preferiría haber evitado. Es maravilloso cuando veo una foto que enciende fuegos artificiales en el recuerdo, o me como un resto de chocolate que traje en la maleta. Pero ningún recuerdo será como lo vivido. Y aun cuando hay cosas que hoy no recuerdo, gente con la que no he hablado en años, fotos que no he visto, sé que hay un espacio en mi alma que está lleno de ese instante vivido.
Hoy haciendo rituales de año nuevo me dijo “que rico lo vivido, cada instante forma parte del nuevo ser en que me voy construyendo. Y honro los que recuerdo y los que no, quienes aún están a mi lado y quienes se fueron, las fotos tomadas y los instantes fugaces, todos lo que son parte de mi, son espléndidos”
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