La Navidad es una de mis celebraciones favoritas. Más el solsticio de invierno que otra cosa. Creo que esta fecha en la que tantas religiones coinciden en celebrar tiene una energía especial. El placer en dar regalos es realmente emocionante para mi. Lamentablemente para algunos se trata de lo económico. Me he atravesado en la vida con que experimenta estas fechas como una transacción en la que se trata de recibir más o menos equivalente a lo que se da.
Yo creo que no hay manera de cuantificar la alegría de dar. Y menos lo que se siente cuando alguien pone sus afectos en un regalo.
Regalar Cualidades
Este año hicimos un ritual diferente. Nos regalamos cualidades. Lo primero fue revisar que todos tuviéramos el vocabulario. Busqué una lista en internet y por turnos las íbamos definiendo cada una y dando ejemplos. Luego cada uno tomó pequeños pedazos de papel y comenzó a anotar cualidades personales. No había minimo ni máximo. Fue increíble ver a mis hijos revisar la lista y tomar más pedazos de papel. Al final las compartimos.
En la noche, para la actividad de celebración, le entregue 8 pedazos de papel de colores a cada uno. En casa somos 4. Sentados en círculo, tomamos turnos para pasar al centro. Cada uno anotaría dos cualidades de la persona en el centro. Es decir cada uno recibiría 6 papeles de los otros más los dos propios.
Para cerrar tomamos los papeles e hicimos pequeños barcos de papel y los colocamos como parte de la decoración del árbol.
Regalar autovaloración
Nuestro dia a dia nos ha hecho dependientes de la opinión de otros. Los likes en redes sociales, las calificaciones académicas, los reconocimientos laborales, entro otros nos dicen cuanto valemos. Es fácil caer en la trampa de dejarle a los otros externos el poder de evaluarnos y darnos valor. Si bien es cierto es importante en ciertos espacios obtener la aprobación, como las en la academia por ejemplo, la imagen de sí mismo no creo debería estar atada a ello. Hay incontables ejemplos en la historia de personas absolutamente geniales cuyas calificaciones académicas eran terribles.
Reflexionar e internalizar las propias cualidades, hacerlas presentes y tener gente alrededor que nos las recuerde, ayuda a retomar el poder de la definición de sí mismo y la autovaloración. Lamentablemente no fomentamos que las relaciones cotidianas sean sobre reforzar las cualidades de cada persona. Cuántas veces llegamos a una reunión diciendo “hoy me siento super inteligente” eso sería visto como narcisismo, o una gente creida diría mi abuela. Cuántas veces vemos a una persona querida y comenzamos diciendo, “cuanto te admiro, hoy realmente deslumbras”. Eso al menos en mi cultura natal sería visto como que seguro se tienen segundas intenciones.
Dar afecto, admiración y respeto es icreiblemente satosfactorio y valioso. Durante la cena, mi hijo mayor solo dijo, me gustó mucho la actividad de hoy: es para sentirse bien con uno mismo, me siento mejor sobre mi mismo. Y hubo regalos bajo el arbol, pero mi favorito está navegando en nuestra casa en barcos de papel que decoran nuestro árbol.
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