Llegó y futuro y algunas cosas no son como esperábamos
Nací en el siglo XX. Cuando le digo a mis hijos y a la gente del siglo XXI que cuando nací no existía Google, ni redes sociales, ni teléfonos celulares ni computadoras personales, simplemente se impresionan mucho, ¿Cómo hacíamos en esa época sin Google maps? Es una de las preguntas que más me hacen.
Y una de las cosas que hacíamos era imaginar el futuro. Las películas nos pintaban una imagen llena de tecnología y robots por todas partes. Y pues así sin más, escribo esto en un futuro que no se parece al que imaginé de niña. Más aún, desde el cual me cuesta imaginar lo que viene después. Y la verdad es que me emociona mucho no saber cómo serán los próximos 20 y 40 años.
Todo ha cambiado increíblemente que es muy difícil describirlo en un post. Una de las cosas que más me fascinan de ese cambio es la automatización. Hoy en día vivimos rodeados de programas y ayudas super accesibles que buscan facilitarnos la vida. Y pues anticipo que es la parte 1, porque es un tema que me apasiona y quiero seguir elaborando con letras.
Mi perspectiva nerd
Yo soy una nerda, una ratona de biblioteca, y para mí eso no es un insulto. Estoy muy orgullosa de ser nerd. En la Universidad, era la que se quedaba hasta el final de la clase siempre y la que estaba sentada en primera fila haciendo preguntas en todas las clases. Copiarme no era una opción. Pedía hojas extras en los exámenes de desarrollo. Y llegué a ser tan nerd, que cuando daba clases, descubrí a unas alumnas haciendo plagio, y viviendo en un país con control cambiario, gasté 50% de mi cupo de dólares en una aplicación para verificar el plagio de las estudiantes y pedir una sanción disciplinaria para ellas ante el comité de la universidad.
Recuerdo una vez que una amiga me preguntó si tenía escáner en casa. Al decirle que sí me respondió “¿entonces para ti hacer trabajos para la universidad debe ser súper fácil no? Solo escanear no tienes que transcribir” mi nerdismo interno no podía con el asombro. No le contesté nada.
Espacios como “Rincón del Vago”, donde se puede conseguir todo tipo de monografías gratis, aún me impresionan. La tecnología es democrática y está al servicio de todos, incluyendo los copiones. Rápidamente se hizo posible automatizar la copiadera. En lugar de buscar trabajos viejos en la biblioteca o pedirlos a un amigo, Google puede encontrar y descargar un trabajo presentado en otra parte del mundo, traducirlo y así borrar todo rastro de plagio en minutos. Pero en ese caso, había un alguien de quien copiarse. Es decir, hace unos años, la gente se copiaba de otra gente, y con ayuda de Google, era digamos, un esquema de colaboración internacional.
Escribir… no siempre es lo que parece
Hace un par de semanas ayudando a una amiga con sus tesis, me comentó sobre programas que ayudan a dibujar mapas mentales. Me pareció interesante y comencé a explorar, y conseguir la aplicación para escribir "anyword.com". Yo no podía salir de mi asombro, en menos de 5 minutos había “escrito” dos post sobre educación infantil y los beneficios de ver las películas de la guerra de las galaxias en familia con solo darle 5 palabras calves al programa. La coherencia era increíble. Debo decir que era un artículo interesante y bien escrito. Inmediatamente me comencé a preguntar ¿cuántas de las cosas que leo en la mañana entre las noticias que Google me muestra han sido escritas por un robot de estos?
Yo escribo casi todas las semanas en este blog. Y sé que es para más o menos 10 personas que leen y unos 30 robots que captan la nueva entrada y así Google dice que tengo 40 visitas. Como trabajo en análisis de datos, reviso mi propio tracking y sé que 30 de esas visitas demoran menos de 2 segundos en la página. Mucha gente me ha dicho que hoy en día nadie lee blogs, que ¿para qué sigo escribiendo?, que lo que está de moda son los videos de Instagram y tiktok. Pero a mí me gusta escribir, me relaja. No espero ser influencer y por ahora no tengo interés en grabar videos. La realidad es que demoro más que los robots en escribir y tengo muy poco tráfico. Pero me gusta escribir, y lo quiero seguir haciendo.
Escritura robotizada end-to-end
Entonces descubrí algo que realmente no me esperaba. Ayudando a otra amiga con su tienda online le entregué los datos del tracking a un amigo analista de mercadeo. La recomendación principal para incrementar las vistas y las ventas era lograr que el robot de Google capturara la página y la mostrará cuando alguien hace una búsqueda. Es bien sabido que para esto hay que tener contenido. Eso quiere decir, incluir palabras claves que están disponibles en muchos sitios de marketing digital. Y aquí lo revelador, no importa que nadie lo lea.
A ver, yo sabía la teoría, pero fue esta semana cuando armé el rompecabezas: los robots escriben contenidos en posts, para que otros robots los descubran y así se capte la página por el algoritmo de otro robot en la esperanza de captar un ojo humano que haga click y complete una compra.
Creo que la línea entre uso y abuso de la tecnología es muy delgada y creo que éticamente es difícil de trazar. Vender no es lo que me motiva de la escritura, pero es una función. Este es nuestro futuro complejo, en el que ya los robots hacen más de lo que creemos que hacen, y nosotros sin saberlo hacemos más cosas de las imaginamos según lo que los robots nos organizan y menos según lo que queremos. Porque creo que cada vez menos nos preguntamos qué queremos. Pero eso es otro tema.
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