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Fuera de la zona de confort

Hablar sobre salir de la zona de confort no es un tema nuevo para mi, ya lo había comentado aqui pero aun quedan cosas por decir, asi que aqui voy.


Buscando referencias en la naturaleza


Para mi la mejor manera de hablar sobre zona de confort es haciendo referencia a un cangrejo ermitaño. Son esos cangrejos que necesitan buscar conchas de moluscos para protegerse. El problema es que como no es su propio caparazón y está muerto no va crecer con el tiempo, pero el animal esta vivo y si crece. Llega un momento en que ya no cabe y necesita una nueva protección. Allí comienza la búsqueda, y tras varios intentos abandona el anterior para usar uno nuevo. El reto de los cangrejos ermitaños es que deben conseguir una nueva morada cómoda, lo suficientemente ajustada para poder cargarla pero también lo suficientemente grande como para poder crecer un poco.


Cada vez que veo documentales o videos de cangrejos ermitaños haciendo el cambio me viene la misma idea, estos animales no viven casi nunca en la zona de confort. Al inicio es muy grande, llega un momento en el que es perfecta pero al muy poco tiempo será un freno para crecer y toca asumir el riesgo más grande: salir y probar otras exponiéndose a depredadores o a que otro cangrejo se apropie de la que aún está usando.


Los riesgos de la zona de confort


Confort es una palabra agradable, según el diccionario se relaciona con bienestar y comodidad. Si estoy buscando un mueble o unos zapatos definitivamente quiero que sean confortables. Pero hasta el sofá más cómodo del mundo tendrá un límite en generar bienestar: puede ser que después de cierta cantidad de horas ya no se esté tan cómodo y definitivamente hay que buscar otro espacio u actividad. Pero el mayor riesgo es que efectivamente sea tan agradable que ya no se quiera mover más, porque es tanto el placer y satisfacción que genera, y perderlo no parece ser una buena elección.


A ver, a mi me encanta pasar horas viendo tele en mi sofá. La paso mejor aún en una hamaca a la orilla de la playa siendo la brisa y escuchando el mar. Pero aun esas experiencias de placer infinito son temporales. Es precisamente lo finito lo que hace a la experiencia tan placentera y emocionante. Por otro lado, yo también disfruto mi trabajo, aunque por supuesto hay días en los que no tengo ganas ni de tocar la computadora. Y hay cosas cómo limpiar o discutir con mis hijos que de placenteras no tienen nada, pero si forman parte de construir otras como lo mucho que disfruto de mi casa limpia o ser mamá.


Cuando se describe confort, poco se dice sobre que es un estado que esconde el riesgo de no crecer. La tecnología nos ha ayudado a crear cada vez más comodidades, y es difícil notar que no son saludables. Para el cangrejo ermitaño no hay opción, no puede negarse a salir de su caparazón porque sencillamente no puede seguir viviendo allí. En cambio tener un trabajo cómodo, al que se está acostumbrado lejos de ser un riesgo genera tranquilidad y una sensación de seguridad y control. Pero el riesgo de estar muerto en vida pasando los dias sin emocion es enrome, como lo dibuja este corto animado.


Aunque personalmente no me gustan las montañas rusas, cuando dibujo la línea temporal de mi vida puedo ver muchos altos y bajos, vueltas que ponen todo de cabeza, momentos en los que parecen que se retrocede, subidas rápidas y lentas, bajadas emocionantes y otras hasta escalofriantes, pero muy poco de estar tranquila en un plateau. Paradójicamente cuando voy a parques de diversión, disfruto estar sentada admirando o comiendo. Los riesgos los tomo en la vida real. Sin embargo, y no creo que sea una regla, conozco mucha gente que jamás toman riesgos pero que son fanáticos de atracciones llenas de adrenalina. Creo que todos necesitamos de alguna manera sentir las subidas y bajadas en el estómago, y cada uno decide el escenario.


Salir, crecer y seguir


Yo empecé de cero como inmigrante a los 37 dejando atrás una sólida carrera en la que había conquistado una meta por la que había luchado años. Literalmente deje el caparazón en el caribe y me aventure a buscar uno en la nieve. Un par de años después estaba establecida con una carrera exitosa, respeto de mis colegas y estabilidad. Sin embargo sentía que ya había aprendido y quería seguir. Yo como los cangrejos puedo sentir cuando me está quedando pequeña la cubierta.


Recuerdo la expresión de un ex compañero de trabajo cuando anuncie que renunciaba para ir a una start up. Casi sin palabras solo podía preguntar una y otra vez: “¿pero Ale, por qué? ¿Por qué? Tienes un trabajo estable, ¿por qué lo dejas todo? El no podía procesar que yo quería aprender y crecer, que tenía otra metas. La comodidad que proporcionaba la seguridad financiera había de alguna manera entumecido sus deseos de buscar otras opciones y sobre todo de soñar. A veces los inmigrantes somos orientados a dejar de soñar.


Yo tomé el riesgo y tres meses después cerraron la oficina. Era público que había sido despedida en todas las redes sociales. La verdad es que ser despedido no es nada agradable. Tome otro riesgo y me fue un poco peor, un ambiente laboral absolutamente tóxico y a los pocos meses le di valor a mi bienestar y seguir la búsqueda y logré encontrar un espacio laboral en sincronía con mi deseo de crecer. Y sigo en la montaña rusa, tan pronto estoy cómoda con un proyecto y siento que tengo el control se me disparan las alarmas, y busco nuevos retos.


Con respecto a mi ex colega y hoy en dia mi amigo, unos meses después me llamó para tomar un café. Estaba establecido, cómodo financieramente y absolutamente harto y fastiado. Se había dado cuenta de lo que molesto que es el estado de confort y quería un par de consejos y sobre todo ventilar sus ideas. Y me encanta seguir su carrera audaz y atrevida, súper exitosa, con caídas como todos, pero mucha emoción y sobre todo sintiendose feliz.



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