No querer perderse ninguna oportunidad y sacar el máximo provecho a lo que ocurre, son considerados como principios muy motivadores. Pero al mismo tiempo pueden ser particularmente riesgosos cuando se le ve el lado positivo a todo, porque se vive en una permanente abundancia de oportunidades y cosas buenas, y se cae fácilmente en el juego de querer elegir la mejor siempre, entre muchas y casi infinitas opciones.
La trampa desde mi punto de vista, es que cuando se elige algo en la vida, no hay manera posible de saber qué habría pasado de tomar otra decisión, esas posibilidades dejaron de existir en el preciso momento que se decidió tomar el camino A y no seguir el camino B. Pero al menos yo, a pesar de valorar lo que ocurre en A con frecuencia me sorprendo imaginando cómo habría sido ir por B (que también era bueno), y a veces llego aún más lejos, preguntándome porque nunca pensé en aquel momento en C y menos en D.
Empezar por reducir la definición de oportunidades
Yo soy glotona, pero afortunadamente con un estómago diminuto. Comer es algo que he disfrutado. Aunque no siempre supe comer adecuadamente, es decir balanceada y nutritivamente, para mí la comida implica un ritual para celebrar y disfrutar. Aún viviendo sola, me complacía poner la mesa con la comida decorada para mí disfrute personal.
En todo caso, como no lo hacía balanceadamente, aunque nunca tuve problemas de sobrepeso, tuve digamos, desbalance en el peso, porque todo el exceso iba a una sola zona: una panza inexplicable y creciente, tan visible que no fueron pocas las veces que me felicitaron en el trabajo por mi embarazo tan notorio como inexistente. Así que un buen día, hace más de 15 años, decidí buscar una nutricionista después de que todas las dietas de internet fallaran. Y era fácil que fallaran porque lo que buscaba no era un estilo de vida más saludable, sino básicamente no tener panza pero seguir comiendo pasta, frituras y dulces. En una de las primeras sesiones, la nutricionista en cuestión, me dio un consejo que yo adopté como principio para todo.
Cuando vas a un buffet o un matrimonio, la mayoría de la gente (incluyéndome) toma el plato y lo llena con todo lo que le provoca. Hay una sensación de que hay que comer de todo lo que hay disponible y a uno le gusta, no hacerlo es de alguna manera un desperdicio. Pareciera que esa sobreabundancia es tan tentadora a la vista que es difícil de obviar, y con frecuencia en lugar de servir lo necesario para sentirse satisfecho, se agarra todo lo que se considera apetitoso, muchas veces mucho más de lo necesario. Siendo sincera, comiendo todo lo que se me antojaba, más de una vez terminé con indigestión y malestar por haber comido demasiado.
En todo caso la nutricionista me dijo: “sírvete todo lo que quieras, y al llegar a la mesa descarta la mitad de lo que serviste, porque realmente solo necesitas la mitad”. Como no me gusta desperdiciar comida rápidamente entendí que no había que llegar a la mesa con el plato desbordado de comida, que podía agarrar solo la mitad. Y la verdad la mitad era más que suficiente. Y rápidamente hice la conexión con mi optimismo, casi simpre todas las opciones me lucían maravillosas, como el mejor restaurante todo incluido, y más de una vez tome más de las que humanamente podía manejar, como estudiar en dos universidades simuntáneamente mientras tenía dos trabajos, por ejemplo. Así que progresivamente empecé a hacer solo la mitad. Efectivamente todas eran posibles de hacer, pero empece a solo considerar la mitad, y de allí hacer solo la mitad, solo eso empezó a dejarme bastante más tiempo para disfrutar lo que hacía, que ahora le podía dedicar el doble de tiempo.
Y luego dejar de valorar las oportunidades como inversión
Con frecuencia creo que hay una idea compartida de que las oportunidades son medibles, comparables y cuantificables, y sobre todo que es posible elegir la mejor de todas. Por ejemplo en un buffet, hay quienes recorren el salón completo antes de elegir. Es de alguna manera esa sensación de querer verificar todas las opciones para asegurarse de agarrar la mejor. Muchas veces la más costosa, o lo que mejor representa un retorno de inversión. Yo solía hacer eso. Ahora cuando veo algo que me captura me quedo allí, a veces ni recorro todas las mesas, tan pronto veo algo que me cautiva, decido y le dedico toda la experiencia y disfrute a eso y dejo de pensar en lo que podría haber más allá. Quizá me ha ayudado vivir en una ciudad llena de Franceses, que inventaron la nouvelle cuisine, esos platos diminutos, pero suculentos. He aprendido que comer no es sobre la cantidad abrumadora de un buffet sino la calidad desbordada de la combinación de sabores. Y que siempre siempre se va a volver a comer, siempre habrá otro plato y siempre habrá otra oportunidad de algo.
Así que empecé a adoptar la técnica de la mitad para todo. Por ejemplo, cuando viajaba, solía hacer planes imposibles de lograr, yo tenía cierta idea de que había que sacarle el máximo beneficio a lo invertido en el viaje, pero progresivamente empecé a pensar en el disfrute por opción y no en la eficiencia de la inversión. Así que al empezar el día planeaba el recorrido y luego decía, pues listo solo se hará la mitad y la pasaba mejor que nunca. Mi profesor de filosofía decía que se lamentaba de ver turistas en museos planeado recorrer el enorme edificio lleno de arte durante medio día, cuando se necesitan horas para apreciar solo una obra de arte. Antes viajaba como esos turistas que recorren la ciudad en un día, ahora elijo una o dos cosas que hacer en un día, sin pensar en que estoy dejando cosas por fuera, solo estoy dando toda mi atención a dos que me cautivaron, y la mayoría de las veces sale mejor de lo esperado.
Con la técnica de la mitad del plato no rebaje ni un kilo, porque lo que tenía era que hacer ejercicios y tampoco es que iba a una fiesta a la semana, pero si aprendí a que no tenía que agarrar todo lo que había para ver, comer, experimentar. Aun a veces se me escapan los pensamientos a opciones que no agarre, lugares que no visite, comidas que no probé, cosas que no hice… Pero tratando de abarcar menos definitivamente he logrado más, y con toda seguridad con mucho más tiempo para disfrutar y apreciar lo que tengo.
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