Esta es una estampa cotidiana, tratar de hacer un depósito bancario con mi hijo de un año a medio cargar y la cartera en la otra mano, endosar el cheque mientras el se desliza por mi pierna para llegar al piso y caminar, sujetarlo entre las piernas hasta que descubre una papelera y sale corriendo, dejar todo en la repisa para cargarlo, y seguir con el endoso, él, vuelve a moverse , hasta que llega al piso, camina, y todo se repite hasta que finalmente logro entregarle el cheque al cajero, la gente me mira con resignación, pobrecita dice el vigilante, “no tiene quien la ayude”, “que niño tan inquieto” susurra la gerente, y la madre (o sea yo) a medio despeinar con la cartera abierta sonrío ocultando una mezcla incompatible de emociones. Resulta que caminar es todo un logro, cuando da pasitos firmes en un parque, pero cuando quiere explorar el mundo es un maleducado.
Salir a la calle en Caracas acompañados de nuestros hijos es un desafío si se ha decidido disfrutarlos. Tiendas, Restaurantes, Bancos y la mayoría de espacios públicos y privados carecen de la infraestructura necesaria para acceder con un conches, pañaleras y juguetes, menos aún para recibir a un pequeño explorador estrenándose en el uso de zapatos para un uso distinto a salir en fotos. Adicionalmente la risa y el llanto de los niños son por igual evaluados como ruido, por definición molestos, no como una expresión. La movilidad de las madres y padres se ve reducida de manera similar a las personas que usan sillas de ruedas, y al carecer de infraestructura para unos, se carece de facilidades para todos.
Se espera que los niños sean educados, esto quiere decir callados, que jueguen solos es quizá la noción que considero más ridículamente aceptada, un buen trabajo como padres es cuando sus hijos e hijas ni se sienten, esos son unos angelitos. Pero esos mismos padres esperan que sus angelitos se transformen en genios, que nunca raspen una materia, que tengan cuatro cupos en la universidad, deprecien dos becas, y porque no, que en un futuro ganen tanto dinero que pedan enviar una mensualidad o pagarnos el viaje anual de visita, porque obviamente serán altos ejecutivos de una importante trasnacional. La contradicción, es que los angelitos que no exploran el mundo, que no conocen con sus manos y bocas, que no corren, que no gritan y hablan, difícilmente desarrollaran sus habilidades que les permitan desarrollar su potencial intelectual, como siempre, hay excepciones.
Como respuesta, están proliferando espacios para “guardar” a los pequeños mientras los padres y madres hacen sus compras y diligencias tranquilos, es decir estar con los hijos es estar intranquilo. En principio habría que preguntarse que significa la maternidad y la paternidad hoy en día, y por sobre todo que significan los niños en nuestra sociedad globalizada, interconectada, consumista e incierta, donde no molestan, sencillamente estorban.
En un banco es obvio, un bebe llorando desespera a todos, el problema no es ¿qué le pasa a ese bebé que está notoriamente incómodo, es ¿qué le pasa a esa mamá que no lo calma?, en un centro comercial, interrumpen el paso, la gente esta apurada, tiempo es dinero, en un restaurante entorpecen todo, y si lloran ni hablar, y si la madre quiere amamantarlo no falta quien le parezca inmoral y hasta obsceno. En las tiendas es aún peor, son maquinas incansables de maltratar mercancía, agarran, tocan, tiran en el piso, esas cosas se dañan y nadie las querrá comprar, en resumen pérdidas, y lo peor, padres irresponsables que no saben poner límites a sus hijos.
Esto es aún más absurdo en las tiendas para bebes, donde padres y madres solos son siempre bien recibidos, abuelas, tías y amigos casi merecedores de alfombra roja, mientras más inexpertos mejor, una vendedora que en su vida ha cargado un bebe le llena la cesta de cosas inservibles asegurando que su imperiosa necesidad y demostrando su calidad como simplificador de vida, si le toca una vendedora madre peor, su experiencia le costará un par se bolsas más, y antes de la próxima pregunta ya tiene cuatro novedades más que no pueden faltar, las angustias y los miedos de los primerizos se conquistan rapidito pasando corotos por el lector de la caja registradora, el problema es cuando se nos ocurre ir con nuestros hijos, y querer probar las cosas. ¿Cómo una tienda donde su público son los bebés, las cosas que están al alcance de infantes son delicadas?, es comprensible que no quieran que su mercancía se deteriore, finalmente de eso se trata su negocio, pero ¿no es allí donde nos enseñan a hacer de nuestro hogar un lugar seguro vendiéndonos cientos de implementos para esto? es más o menos como poner una tienda de silla de ruedas en el quito piso de un edifico sin ascensor, en nuestro país se espera que las madres compremos un canguro cargador de bebes sin probarlo, “esta 100% garantizado por 15 asociaciones” ¿y…? como mamá tengo derecho a sentirme segura de ver, probar, tocar y sentir en que tipo de instrumento confiaré la vida de mi ser más preciado.
Para algunos padres lo correcto es salir solos, dejar al bebe en algún espacio apropiado y evitar las incomodidades de estar con sus hijos en espacios públicos, pero otros y otras creemos y queremos compartir todo lo que hacemos con nuestros hijos, y definitivamente nuestros hijos no nos incomodan, sin embargo es un derecho que estamos conquistando, a decir verdad no son pocas las veces que alguien nos sonríe, algunos supermercados tienen varios tipos de carritos para que las compras sean divertidas para los más pequeños, algunos centros comerciales colocan actividades infantiles en sus espacios centrales, tal que todos en la familia disfrutemos el centro comercial, unos cobran su cheque otros pueden jugar.
En cuanto a las tiendas infantiles, hasta ahora no he tenido la oportunidad de poder compartir con el verdadero cliente y sentirlo a gusto, cuando no tengo un guardaespaldas de turno siguiendo todo el recorrido, escucho un constante “cuidado” o un discreto “disculpe, eso es para la venta”, y como finalmente por unos años seremos sus clientes nos toca la difícil tarea de educarles y mostrarles que para algunos de los que deslizaremos tarjetas por sus puntos, el verdadero cliente es ese, que con menos de un metro y su incansable energía disfrutará lo que allí compremos.
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