top of page

Tengo tiempo

Foto del escritor: AleAle

Actualizado: 7 ene 2023

Hace varios años, invité a un profesor a participar en el seminario que dictaba en la Universidad. Había emigrado a Venezuela desde California. Decía que lo que más le maravillaba de mi país de origen era la capacidad de la gente de hacer nada. Le encantaba viajar y ver a la gente en los pueblos sentada en las puertas de las casas viendo el horizonte. Y me decía, en mi país (Estados Unidos) la gente no tiene el placer de disfrutar el tiempo, en mi país eso lo llaman perder el tiempo. Ambos nos preguntamos ¿cómo se puede perder algo que pasa y se vive?


Hace unos meses, un colega Australiano me comentó una reflexión similar, me dijo “aquí la gente no valora estar tranquilo sin hacer nada”. Le comenté lo que me había dicho aquel profesor en mi seminario y sonrió sabiendo que nos entendíamos.


Apurados sin saber a dónde vamos


Muchas veces cito al Principito. Es a todas luces mi libro favorito. Y el planeta que más me inquieta es el de los trenes. Una amiga dice que para ella se trata de la primera llegada a la tierra. Todos corriendo sin saber a dónde van ni porque. Yo me he negado a vivir en ese planeta, por eso me niego a creer que es la tierra, aunque sé que mi amiga tiene razón.


Todos los días siento que me llevan por el medio personas que van y vienen en trenes desde y hacia ninguna parte. Todos están ocupados y apurados. Y yo me veo en la mitad del andén jugando con una flor o persiguiendo con la vista a una mariposa. Encantada de percibir el olor de las flores de primavera y de disfrutar ver el pasto crecer a la misma velocidad que crecen mis cabellos.


Un ejemplo de vida


Era muy joven cuando entré en la universidad. El fundador del instituto y quien llevará la psicopedagogía a Venezuela era una leyenda viviente. Lamentablemente acababa de recibir un terrible diagnóstico de salud que le llevó a una muerte prematura. Y solo alcance a ver una clase con él. Pero sus historias atravesaban los pasillos. Mi favorita era cuando me contaban que aunque estaba siempre leyendo, con el escritorio lleno de libros, papeles y periódicos, cuando llegaba alguien y le pedía conversar, volteaba con una sonrisa y mirando con atención a los ojos de la persona, solo decía “cuéntame, en qué te puedo ayudar”. Podía ser un estudiante, un colega o el personal de mantenimiento. Alfredo siempre tenía tiempo y una sonrisa.


Me encantaba escuchar esa historia. Siempre fue mi favorita por encima de las investigaciones, los libros y su impresionante cv. Porque dicen que él necesitaba dos maletas para presentar sus credenciales en los concursos ministeriales. A los 16 supe que solo quería tener tiempo y una sonrisa para escuchar y ayudar.


Y tengo mucho tiempo


Tengo 46, hace 30 años de esa lección. Y creo que es lo más importante que he aprendido y lo más valioso que tengo para ofrecer. Mi tiempo para escuchar, mi generosidad para ayudar, mis límites para cuidarme y mi vulnerabilidad para entregarme en una conversación sin propósito y sin meta, llena de verdades, angustias, risas, miedos y todo lo que es humano y no lo venden en Amazon.


Gracias por regalarme tu tiempo leyéndome, porque me encanta pasar el tiempo escribiendo, aunque a veces mis letras no encuentran espacio para ser leídas. Pero yo no pierdo mi tiempo, lo disfruto.



29 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
Silencio Lola

Silencio Lola

Comments


bottom of page