Hace pocas semanas cumplí un año siendo vegana. Bueno la verdad sea dicha, casi casi vegana, porque de vez en cuando me tiro una cana al aire y le doy un bocado a algo que es de origen animal. Pero en reglas generales mi dieta está completamente basada en plantas.
Una idea que me rondó por años
Yo nací y crecí en una familia de típica dieta latinoamericana: muchos carbohidratos y dulces, mucha comida procesada, carne y muy pocos vegetales. La idea de nutrición nunca fue importante, era más sobre comer. La idea era no estar ni muy flaca ni muy gorda, y como siempre era muy flaca, parecía enferma. La verdad es que pasé casi toda mi infancia con anemia y tomando suplementos de hierro. La sopa la comía obligada, las ensaladas eran de aguacate, y la nutrición era solo un tema académico, que solo veía una vez al año en la escuela para celebrar el día de la alimentación.
Por mi parte, para mi comer tenía algo de placentero. Aunque fuera yo sola, desde adolescente, que yo recuerde, me daba mucha emoción poner una linda mesa y servir un plato de comida apetitoso. Lo importante era que yo lo disfrutara, no mucho más.
Conceptos como nutritivo y balanceado fueron cosas sobre las que aprendí cerca de los 27, cuando empecé a hacer una desintoxicación general en mi vida. Comencé a hacer ejercicios, hice una primera limpieza de gente tóxica a mi alrededor y descubrí los vegetales.
Desde ese entonces casi todos los años en mis metas de año nuevo ponía convertirme en vegetariana, más o menos el 3 o 4 de enero sabía que había fracasado porque ya había sucumbido a la tentación de la carne. Pero ya tenía claro que además de placentera la comida debe ser nutritiva y tiene una relación directa con la salud.
Cambios progresivos en mi dieta
Hace 13 años me diagnosticaron vértigo posicional, según el doctor: azúcares, alimentos muy salados y grasas, además de cafeína, alcohol y otros estimulantes son causas del vértigo. Así que sin mayor preparación ni rituales de año nuevo, de un día para otro dejé dulces y frituras. Nunca fui de tomar café, pero si muchas gaseosas, que también desaparecieron de mi dieta de la noche a la mañana. Finalmente reduje al mínimo el contenido de sal añadida en las comidas. Fueron cambios difíciles, pero el vértigo es mucho peor.
Hace 6 años decidí dejar el gluten y la lactosa, guiada por lecturas y documentales, sin embargo retomé los lácteos dos días después. A los pocos meses en unos exámenes de rutina me diagnosticaron una posible intolerancia al gluten. Luego de terminar los análisis estaba claro que el gluten tenía que desaparecer por completo, lo bueno es que ya tenía varios meses bien encaminada.
Dar el paso, en dos fases.
Hace tres o cuatro años comencé a ver documentales sobre nutrición. Como ya tenía dos años sin gluten, ya sabía que podía cambiar radicalmente mi alimentación. Y empecé a coquetear con las dietas basadas en plantas. Me encantó un documental que decía se puede pasar el día comiendo chips y coca cola y llamarse vegan, esto es sobre nutrirse adecuadamente.
Lista para pagar un acompañamiento nutricional, decidí dar el paso. Pero perdí mi trabajo y de nuevo seguí con una dieta mucho más balanceada y nutritiva pero sin mayores cambios.
Hace un poco más de un año un amigo me recomendó el documental “The game changers”, recuerdo que pasados 20 minutos estaba totalmente convencida de cambiarme a una dieta basada en plantas. Pare la tele y busqué el correo a la nutricionista que pensaba pagar tres años antes. Empecé las sesiones y sin previo aviso deje lácteos y todos productos derivados de animales. A los tres y seis meses me hice exámenes médicos, y tal como esperaba, estaba todo bien. Y lo mejor es que yo me sentia mucho mejor.
Tips para compartir
Aún en la universidad, hace al menos 20 ańos, una profesora con obesidad me dijo un día “yo era tan delgada como tu Ale, pero deje el cigarro sin acompañamiento y sufrí un cambio metabólico irreversible, no me reconozco en el espejo y no hay manera de que pierda peso”.
Los cambios de dieta suelen generar cambios importantes en el metabolismo, por eso es importante no hacerlos aisladamente. Cuando dejé el cigarro, (si fui de esa gente que fuma y huele muy mal: a cigarrillo) lo hice con una nutricionista y sobre todo entrenando a diario. Es importante acompañar al cuerpo en el proceso y sobre todo seguir generando de alguna manera las endorfinas que la alimentación o agentes tóxicos proveen. Para mi la mejor manera es hacer ejercicios, porque ayudan al organismo y generan endorfinas saludables. Y la verda es que lo disfruto.
Mi desintoxicación de gluten fue terrible, porque la hice sin apoyo ni ejercicios.
Así que esta vez sabia que tenia que darme todo el apoyo posible. Ademas de la nutricionista, comencé a hacer caminatas super largas y descubrí lugares donde caminar cerca de casa. Pasado un mes no había perdido ni medio kilo, pensé que la dieta vegana no funcionaba para perder peso. Dejé de pesarme. A los tres o cuatro meses un día me pesé y pensé que se había danado la balanza: había perdido los 8 kilos extra que me había ganado después de mi segundo hijo.
Sin embargo, la clave esta vez fue disfrutar la comida. Desde el inicio del acompañamiento con mi nutricionista deje claro que necesitaba que la comida fuera igualmente deliciosa y apetitosa. Yo no como platos que emulan mi dieta anterior, como cosas completamente nuevas y deliciosas, recetas concebidas para vegetales. En mi experiencia, todo lo que trata de imitar otra cosa es terrible: el pan sin gluten, el queso vegano, la carne sin carne. Lo que es delicioso son los vegetales preparados para ser deliciosos, para nutrir. Yo disfruto mi comida hoy más que antes, y la verdad es que ya no extraño mi dieta anterior.
Y a veces hago trampa
Yo me convertí en vegana por salud. Después de estudiar las opciones creo que la dieta basada en plantas es más saludable. Lo es para mi pero no estoy diciendo que lo es para todo el mundo. Mis hijos por ejemplo aún comen productos de origen animal, y eso no me genera ningun problema ético. La mayoría de las personas veganas que conozco rechazan el maltrato a los animales y consumirlos. Yo rechazo la violencia en todas sus formas, pero cuando es supervivencia no rechazo que un animal pueda ser alimento de otro. Al final solo somos animales comiendo otros.
En todo caso, si, a veces me robo un bocado del plato de mis hijos. Pero al menos por ahora creo que no regresaré a la dieta omnívora. Se siente mucho mejor comer balanceadamente basado en plantas.
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