Desde que tengo trabajo he tenido deudas. Y desde que recuerdo eso me ha traído conflictos morales. Pero desde hace unos meses he estado evaluando el significado de “deuda” como palabra y su peso en mi vida diaria. Y como creo en el lenguaje como movilizador de las emociones y la vida, creo que para desenredar estos conflictos nada mejor que hacer clarificaciones en los significados.
Según la Real Academia del idioma, deuda es:
1. Obligación que alguien tiene de pagar, satisfacer o reintegrar a otra persona algo, por lo común dinero.
2. Obligación moral contraída con alguien.
3. Pecado, culpa u ofensa. Y perdónanos nuestras deudas.
Yo siento que usar la misma palabra para dos cosas nunca es bueno, más aún si al mismo tiempo se usa con diferentes sentidos y alcance. Una cosa es compromisos financieros con entes bancarios o con conocidos y otra muy diferente tener un compromiso moral, o hasta un pecado, que puede rápidamente llevar a sentirse menos que otros, y puede abrir la puerta para tener conflictos internos y sobre todo para auto sabotearse.
Vivir en un mundo contradictorio sobre el endeudamiento financiero
Hoy en día, adquirir una deuda financiera es increíblemente sencillo, las opciones son infinitas, y cada vez más rápidas y expeditas, muchos créditos se pueden obtener online. Al mismo tiempo las alternativas y presiones para hacerlo están disponibles y presentes en muchos espacios cotidianos. Yo recibo promociones a diario en mi correo físico y electrónico con ofertas de cosas que no necesito casi a diario. Ciertamente hay algunas que serían agradables de tener, pero he estado perfectamente sin ellas y podría seguir así. Con frecuencia es fácil pensar que quizá sería bueno tener más, y muchas veces las ofertas son realmente tentadoras.
Sin embargo al mismo tiempo la meta de estar libre de deudas es un símbolo de logro, respeto y status. Y allí es donde yo veo las contradicciones, porque por un lado las necesidades se incrementan, pero adicionalmente con la expectativa de no tener deudas es esperado. Y la única solución posible es un incremento en los ingresos, que con frecuencia lleva a las personas a aceptar mayores compromisos laborales para mantener el estilo de vida, y finalmente es fácil empezar a trabajar más de lo saludablemente posible y llegar al agotamiento or burn out.
Separar lo moral de lo financiero
Suelo reflexionar sobre la valoración moral y colectiva de las deudas. Una hipoteca se valora como una deuda buena, porque se adquiere para tener un mejor lugar donde vivir. Igual con un mejor carro. Pero una deuda para viajar o ir a un restaurant, solo asociada a placer y disfrute puede ser evaluada como mala, casi innecesaria.
En mi opinión las deudas como compromiso económico no deben ser evaluadas moralmente sino financieramente, en términos del mercado, la pertinencia y los beneficios tangibles. Y la valoración que tienen es tan personal que no puede ser evaluada externamente.
Deconstruir deuda como concepto asociado a la vida
Como es la misma palabra, yo he resuelto mi conflicto con el verbo que la acompaña. Una cosa es tener una deuda y otra muy distinta estar en deuda. Lo primero es cotidiano y resoluble, lo segundo para mí un mito a deconstruir.
Tener una deuda es algo que se puede solventar, en corto mediano o largo plazo. Se puede cuantificar, evaluar, hacer seguimiento y planificar. Y de alguna u otra manera terminará. No es bueno o malo per sé, puede ser menos o más apropiado de acuerdo a mis necesidades y prioridades, pero eso no me define como persona.
Estar en deuda por otro lado es un concepto moral existencial y creo que imposible de solventar. Por eso creo que no existe. Recibir algo de alguien no implica deberle como ser humano, implica agradecimiento. Yo como mamá no creo que mis hijos me deben nada, y vaya que es un lugar común aquello de “deberle la vida a la madre”. Lo único que espero de ellos es agradecimiento por las comodidades y cuidados que les proporciono a diario y que adicionalmente lo hago con el mayor placer. En mi integración como migrante recibí ayuda invaluable de muchas personas, con quienes estaré siempre agradecida, pero no estoy en deuda con ellos. Yo he tenido la oportunidad de apoyar a muchas personas en su integración laboral exitosa como migrantes, pero ellos tampoco me deben nada.
Cuando se contrata un servicio que termina siendo de profunda ayuda personal o espiritual, las líneas se pueden cruzar, pero una cosa es pagar por el servicio y otra estar agradecido. Cuando es un amigo o familiar quien proporciona la ayuda o el servicio o ayuda es fácil confundirse, pero de nuevo una cosa es agradecer y otra pagar. El problema para mí se expresa claramente en la expresión común “no tengo cómo pagar por esto” refiriéndose a la magnitud e importancia del gesto recibido. Pero (como me explicó mi profesor de filosofía) eso es una falacia, una mentira de inicio a fin; la ayuda no es para ser reembolsada, es solo para ser agradecida, y el agradecimiento es personal e incuantíficable, cada quien lo expresa a su manera. Lo único a pagar es aquello que es materialmente pagable.
Una deuda implica retorno y reciprocidad cuantíficables, muchas veces se asocian el cálculo de intereses y ganancias al prestamista (o quien facilita el bien) por parte del prestatario ( o quien lo recibe). Una ayuda no es medible, y mucho menos las reacciones de respuesta o agradecimiento.
Así que mis técnicas para estar libre de deudas (aún en proceso) son:
1- Primero listar claramente las deudas reales separadas de las ayudas recibidas que no lo son. Y una vez validado que he mostrado mi agradecimiento apropiadamente, sacarlas de la lista.
2- Autodefinida como nerd que vive haciendo data todo el día, tengo un sistema de monitoreo y seguimiento de mis finanzas que me permite visibilizar ingresos y egresos y planificar el pago final de los compromisos económicos adquiridos. Pero sobre todo evaluarlos como data y no como definición moral de mí misma. Tener mas o menos deudas no me define como ser humano.
3- Abrazar el minimalismo que fue amor a primera escuchada. Y cada vez que veo algo que quiero comprar, pienso si terminará en una venta de garage y la mayoría de las veces no lo compro. El problema es que como mis gastos son viajes
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