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Yo te creo hermana

Actualizado: 26 nov 2020

Dicen las estadísticas oficiales que 3 de cada 10 mujeres hemos sido víctimas de algún tipo de violencia basada en género. Para mí la cifra es mucho más alta. Esa frase requiere dos aclaratorias importantes, empezando por lo que se define por violencia y luego que significa que sea basada en género.


Según la Organización Mundial de la Salud OMS violencia “es el uso intencional de la fuerza física, amenazas contra uno mismo, otra persona, un grupo o una comunidad que tiene como consecuencia o es muy probable que tenga como consecuencia un traumatismo, daños psicológicos, problemas de desarrollo o la muerte.” Yo defino violencia como los actos que están en contra del deseo de la persona, bien sean o no físicos y que no cuentan con el debido consentimiento.


Con respecto al género como contexto, y sin entrar en los detalles que pueden o no estar establecidos en las leyes, se trata de violencia que es recibida sólo por el hecho de ser mujeres. Más allá de otras razones, si es que hay razones válidas para infringir violencia, no se trata de acciones a consecuencia de errores o delitos u otros. La principal causa, razón o explicación subyace en la feminidad de la víctima, es decir de ser un hombre probablemente no habría ocurrido.


Desde mi punto de vista, Violencia tiene una definición líquida como diría Zygmunt Bauman, quiero decir es flexible y cambia con el tiempo, la cultura y el entorno. Eso lo hace aún mucho más difícil de sancionar y sobre todo de reconocer y así poder evitarla. Una de las cosas que más me atraen del concepto de la OMS es que el objeto puede ser “uno mismo''. Y desde la experiencia de 44 años como mujer, creo que somos sistemáticamente educadas y socializadas para ser violentas con nosotras mismas, convertirnos en nuestra peor crítica, juez y verdugo.


Somos nosotras quienes día a día no nos sentimos suficientes, ni intelectualmente ni físicamente ni siquiera afectivamente. Somos nosotras quienes exigimos el doble y trabajamos arduamente por reconocimiento. Somos nosotras quienes enseñamos a nuestras hijas a ser discretas, somos nosotras quienes le decimos a nuestras amigas que no es para tanto y que a las parejas hay que tenerles paciencia, somos nosotras quienes pedimos disculpas antes de hacer una intervención en la mesa que contradice lo que se viene diciendo, y somos nosotras quienes dudamos de que la violencia a otra haya ocurrido en frente a nuestros ojos sin darnos cuenta.


#Yo te creo hermana


Desde hace unos años el hashtag #Yotecreohermana se ha hecho viral. La alegría de que se hagan visibles y se condenen los actos de violencia contra mujeres no deja de lado el pesar que me genera que la mayoría de las veces no se da crédito a la acusación. Mucho se ha escrito sobre cómo las mujeres pasamos de víctima a victimario. Es que teníamos la falda muy corta, es que vestimos muy provocativas, es que estábamos coqueteando con el chico de la barra, es que … suele haber siempre una razón de peso que “justifica” un acto violento o abre la duda y agradece la paciencia de una pareja, que a pesar de nuestros comportamientos inadecuados, “deja” que pasen por alto. Para mí una de las barreras más grandes a derribar es el enemigo interno, mujeres contra nosotras mismas juzgándonos, criticándonos, agrediéndonos y dudando de nuestra integridad.


La crítica está allí, y la responsable es ella, nunca él. El hecho de que una mujer sea sexualmente activa no implica que dese sexo con cualquiera en todo momento. El hecho de que sea mujer no implica que hay que cocinar, o estar flaca, o maquillarse, o siempre estar disponible para cuidar a otros. No se quiere tener hijos por tener útero ni se es buena dando clases por ser mujer. Pero adicionalmente puedo cambiar de opinión en cualquier momento, puede que aunque sea maestra todo el día, el alma de la fiesta, la mas sociable de todo el grupo, pero hay días en los que no quiero ver a otro ser humano alrededor. Ningún comportamiento es inmutable, eterno y menos aún inherente al género de la persona. Como seres humanos tenemos el derecho a decidir lo que queremos en el momento y expresar, aceptar o discernir hasta el último momento.


Uno de mis videos favoritos es esta animación sobre tomar té y dar consentimiento. Así como no siempre quiero tomar té, no siempre quiero sexo, o quiero hablar, o quiero comer, o quiero escuchar una conversación. Recobrar el poder de lo que hago con mi cuerpo y con mi tiempo es fundamental. Muchas veces ni siquiera se sabe que es posible otorgar consentimiento. Muchas somos educadas para ser agradables, y recibimos severas críticas y castigos cuando de adolescentes expresamos que ir a la misma reunión familiar o las mismas visitas es un fastidio. Una cosa es expresar respetuosamente el desacuerdo, es decir no hay razón para faltar el respeto a otros al mostrar desacuerdo. Pero si no quiero ir, ni ponerme la falda especial para la fiesta, ni maquillarme o usar zapatos altos para la graduación, no debería ser un problema. Y sobre todo mi malestar no debería ser desmeritado.


Para mí, cada vez que nos insiste en que hagamos algo que no queremos, pero que como mujeres es mejor que lo hagamos, eso es violencia. Y desde ese paradigma me pregunto: Cuántas mujeres nunca han cedido sin querer a algo que les fue solicitado solo porque son mujeres?.


Obviamente no todo acto violento tiene la misma magnitud, pero si la meta es construir una sociedad libre de violencia, debe serlo desde el sentido amplio. Y no quiero decir que todas las mujeres somos así, habrá quienes no se sientan identificadas en lo absoluto y me digan feminazi una vez más. Pero me siento con la libertad de expresarme en este espacio que he construido desde mi subjetividad. Y desde aquí expresar mi sororidad con las que como yo se sienten incómodas accediendo sin querer porque es lo correcto.


#Vivas nos queremos # Ni una menos


Otros dos hashtags virales me mueven, porque feminicidio o matar a una mujer por el hecho de ser mujer es una tragedia. Matar a cualquier ser humano es una tragedia, toda violencia es una tragedia, pero hoy solo quiero hablar de violencia contra la mujer. Y el problema es que la muerte es algo tan infranqueable que es imposible de obviar. Cuando alguien muere, no hay espacio para dudas, la persona ya no está.


Pero en la mayoría de los casos, todo comenzó mucho antes, en pequeñas cosas, desacuerdos que casi pasaron desapercibidos, momentos en los que cedemos para evitar conflictos, momentos en los que hablamos pero nadie nos da crédito o considera que no es para tanto.


Y porque yo no quiero ni una menos, y a todas vivas las quiero, yo si te creo hermana, se por lo que estas pasando, y aunque suene tonto en tu cabeza a veces, aunque por el momento no hayas encontrado con quien hablar honesta y abiertamente y de crédito a tu dolor, sigue buscando, porque muchas queremos construir un mundo mas justo, y solo por el simple hecho de que te resuene doloroso internamente es suficiente para saber que no es correcto y que hay que buscar una solución, y que puedas andar con libertad con la falda corta, o sin maquillaje, o contado historias de amores de verano sin que eso te haga merecer etiquetas, burlas ni criticas. Hasta que puedas salir sin miedo y olvidar lo malo que haya pasado.


Y como la música mueve las almas mejor que los textos, les dejo con el magnífico video Canción sin miedo de Vivir Quintana


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